viernes, 25 de junio de 2010

Aquí no escribe Monsiváis

Aguerrido sin máscara y menos cabellera. Icono, iconografísta, iconoclasta. Cronista y cuentista. Bocabloja consumado. Motivo de lisonja y no. Hugo García Michel se identificaba a discreción sin él cuando en su Mosca en la pared pregonaba: “Aquí no escribe Monsiváis”; y La Doña le queda debiendo un buen apelativo.
Hijo muy orgulloso de su madre. Casi más de su alma mater -la facultad de filosofía y letras de la UNAM- y amante de los gatos como buen poeta maldito; aprendió a beber tequila a punta de pistola cortesía del Indio Fernández y acabó de soltarse el chongo con el jaleo de la Trevi.
Y luego; setenta y dos años, uno que otro nuevo catecismo, cuentos de realidad, noches de bohemia, videoclips, palabrotas y magnas letras, prólogos más, prólogos menos; le cumple al fin a su propia mitología y se nos muere con un grande.
Carlos Monsiváis Aceves; oriundo de la Cuidad de México (4 de mayo de 1938) traza una ruta incansable a través de los complejos rumbos de la cultura mexicana; legando una crónica monumental de un país incendiario.
Ganador de una veintena de los premios más importantes de periodismo alrededor del mundo - la medalla Gabriela Mistral (Chile 2001) y de un Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Arizona (2006) por decir algo- Carlos Monsiváis falleció el pasado sábado 19 de junio tras una crisis respiratoria motivo por la que había sido internado dos meses atrás Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
El palacio de Bellas Artes despide este 21 de junio a un hijo prodigo, apenas antes de celebrarlo en su última morada, en el panteón español.
Critico. Cínico. Estoico. Insondable, inolvidable. Tan prolífico como siempre. Tan ausente como nunca.
Aclarar de poco sirve. Ahora cualquiera dirá: Aquí tampoco escribe el Monsi.
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El Monsi de chaval con Josè Emilio Pacheco y Sergio Pitol.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen articulo. Me gusta tu blog.